Un día de furia (1993)

Año: 1993
País: Estados Unidos
Dirección: Joel Schumacher
Reparto: Michael Douglas, Robert Duvall, Barbara Hershey
Productora: Warner Bros
Ficha doblaje: Ficha de Un día de furia

El estrés y la acumulación de rabia suelen ser consecuencias de una vida que no nos gusta. ¿Qué pasaría si un día le diéramos rienda suelta a estos sentimientos?

Esta es la historia de un hombre cualquiera que, un buen día, decide descargar su rabia y su frustración diarias con todo aquel que se interpone en su camino. Y la acción comienza en el sitio más desesperante del planeta: un atasco de tráfico, a pleno sol. Bill Foster, un ciudadano corriente, de repente libera su rabia contra el mundo opresor y dominante, sale de su coche y emprende una marcha lenta e incierta, a cuyo paso irá causando destrucción.

Camisa blanca, corbata, gafas y un maletín, cualquiera diría que se dirige a la oficina. Pero no es así. Foster lleva más de un mes en paro. Su objetivo es llegar a casa, pero se lo impiden. Todo aquel que se interpone en su camino, desde su punto de vista furioso, se lo impide. Lo que iremos descubriendo a lo largo de la película es que Foster es ya de por sí una persona violenta, en sus gestos más que en sus actos. Sin embargo, está convencido de que su violencia es defensiva, protectora hacia lo que él considera justo.

Todos tenemos alguna vez un mal día, de esos en los que uno se liaría a puñetazos con alguien. Por suerte, nuestro regulador interno (o filtro social) previene al subconsciente de realizar locuras que pueden provocar consecuencias negativas. ¿Pero y si algún día decidiéramos romper el filtro?

Bill Foster no es más que la expresión de lo que todos llevamos dentro: furia, rabia, stress, ganas de matar… ¿Cuantos no han querido disponer en un atasco de un tanque y aplastar los coches de delante sin importar sus ocupantes? ¿O pegarle cuatro gritos a ese jefe que nos amarga cada día de oficina? O cosas peores.

No se puede perder el detalle de que, como comentábamos antes, Foster es un personaje que no ha sido provocado para sacar su violencia, sino que ya lleva en si mismo una carga emocional furiosa que termina estallando. El problema principal no es el atasco, el sol, la gente incivilizada o los que se quieren aprovechar de él, sucesos solo empeoran la situación. El detonante es él mismo y está en su cabeza. Ha perdido el control y solo él es responsable de esto.

Una interesante reflexión acerca de cómo retener energías negativas hasta explotar nunca es bueno.

LO MEJOR: